miércoles, octubre 29, 2008

Trujillo crece


Ciento veintiocho, ciento veintinueve, ciento treinta, ciento treinta y uno, ciento treinta y dos…(el sístole y el diástole marcan como siete revoluciones de mi tacómetro físico) esto de subir escaleras y contar las gradas en voz alta me hace lanzarme un ultimátum: O dejas de fumar hoy mismo o la próxima vez usas el ascensor. Escojo la segunda. A estas alturas debo andar en el piso paralelo a las tetas de Penélope Cruz (léase piso once) un piso más y estaré rozando sus labios, imagino que para muchos y más para mi eso es ya casi estar en las nubes.

Pero volvamos a lo que iba, la palabra edificio quiere decir hacer fuego (del indoeuropeo æde, fuego y del latín facere, hacer), supongo que se relaciona con el afán y la necesidad de los primitivos de cubrir sus hogueras del viento y la lluvia. Estos primitivos ni en la más lejana de sus alucinaciones contemplaron un cobertor para el fuego de aproximadamente cincuenta metros de altura.

Hoy por primera vez en nuestra ciudad y en cualquier otra de las provincias del Perú se ha construido un edificio de 16 pisos con 28 departamentos, este bloque tiene dos ascensores, uno de servicio y otro con ingreso directo a los departamentos estos flats miden 120.5 metros cuadrados a excepción de dos duplex en el penthouse de 218 metros cuadrados, todos con vista a la avenida Húsares de Junín, cada apartamento cuenta con tres dormitorios, cochera propia, lavandería, pisos de parquet, reposteros sala de tv, seguridad permanente además de haber sido construido con estructuras antisimiscas (señoras ahórrense los gritos por favor) . Dicen en las calles que los precios de cada uno de los departamentos equivalen a 2 millones panes aproximadamente.

Acrofóbicos absténganse.

Isaac Newton andaría divertidísimo entre los pasillos y sacando la cabeza por los balcones afirmando su teoría una vez más y si yo viviera allí pasaría mis días afinando mi puntería lanzando objetos inocuos a los transeúntes, llamaría a la gente y me reiría de sus torpes movimientos de cabeza tratando de buscar el origen del llamado, despertaría temprano todas las mañanas para gritar en mi balcón: ¡Fi Fai Fo! como el gigante de las habichuelas mágicas, me burlaría de lo insignificantes que somos, me burlaría del diluvio, de Noé y sus arca, calcularía las distancias visuales entre los lugares que recurro, acumularía ediciones de DIA30 para hacer magníficos aviones con los artículos (todo para que nos lean más), fabricaría paracaídas con bolsas de mercado para mi colección de GI JOE´S, cobraría diez soles para cada torpe intento de suicidio y 15 si es que lo logro convencer de no matarse, incitaría a mi vecina a que se deje crecer el pelo como Rapunzel, mentiría que soy un ángel porque vivo cerca al cielo, trataría de adivinar las marcas y modelos de los autos vistos de forma cenital, esperaría en el lobby a la vecina mas buena para intentar invitarla a sudar algunos minutos en el ascensor, tiraría sin delicadeza fajos de billetes de monopolio para sentirme Ricky Ricón, les diría a mis amigos que vivo debajo de un idiota, tendría un palco gratuito para observar una posible batalla entre Godzilla y King Kong, le enseñaría a volar al estúpido canario de mi madre y espantaría a los convenidos visitantes de su jaula pero por sobre toda las cosas pasaría la mayor parte del día fisgoneando con un buen par de binoculares en mis manos. Miles de horas hombre acumuladas por los constructores y toneladas de cemento y fierro erguidas solo para mi diversión. Un aplauso.

Al final de la visita lo he contemplado varios minutos de abajo para arriba procurándome un tortícolis y ¡Señores! para nuestra realidad este edificio es enorme, no se hagan los cosmopolitas. He escalado una roca de 15 metros a 90 grados del suelo hace un par de años e imaginar trepar la altura de este edificio ha despertado el interés y las ganas de hacerlo de nuevo solo para contemplar en principio de abajo y luego desde arriba con la adrenalina a tope y la sonrisa de haber vencido a un coloso.

Debemos agradecer al boom económico de procurarnos crecer también hacia el cielo siempre y cuando se respeten los márgenes de la historia arquitectónica de Trujillo. Además de alguna manera nos has ayudado a mirar hacia arriba más seguido que es la forma en que uno debe vivir tratando de conquistar el cielo, esperanza hay.

Buscando información para esta nota he encontrado muchos otras grandes obras en la ciudad que llenan de orgullo, mejorando la calidad de vida de los habitantes además de ponernos en paralelo con el crecimiento global, ya era hora.

Ahora podemos entender a La Paisana Jacinta cuando cantaba: aquí los cerros tienen ventanas.

2 comentarios:

María Eugenia. dijo...

jajajajajajajjaja
dios mio. Billetess de monopolio par sentirte ricky ricon
No me acordaba qe el gigante ese gritaba ¡Fi Fai Fo! :P

Geeenial.

Ayla dijo...

Un sitio más para suicidarse.