martes, abril 22, 2008

Chetuma







Tengo 23 años y la cantidad de mentadas de madre que me han dado son en definitiva superiores a la cantidad de ovejas que cuento en mis noches de insomnio elevadas a la N potencia. Las razones son tan disímiles como las situaciones en las cuales he podido ser (o no) merecedor de un bien gesticulado ¡Conchetumadre!. Sabemos que esa frase escupe la protesta de inconformidad en contra de alguna acción nuestra en la cual el iracundo interlocutor esta fastidiado por nuestro accionar.

No se necesita carné de socio para hacerse acreedor de un nombramiento a tu madre, cualquiera puede convertir a tu progenitora en mujer de ejercicio popular siempre hay alguien al acecho, un hijo de la flor de la canela dispuesto a lanzarte un certero hijoeputa para malograrte el día y hacerte acordar que debes llamar a tu mamá no para preguntarle si conoce al individuo que te insultó sino para recordarte que aun la tienes y esta en tu casa a salvo de los agravios. El único que se salva es Adán pero pobre de él que no tiene madre por lo tanto no sabe, no puede y mucho menos debe atreverse a mentarla porque no sabe lo que significa. Con esta salvedad continuamos.

¡Hijoeputa! Es la mención menos honrosa y más conocida hacia la más antigua de nuestra casta pero viene cargada de innumerables intenciones de hacer daño, más al hijo que a la madre, pero el golpe bajo al orgullo ya esta dado. Es ahí donde podemos resolver que si la madre no fuese tan importante para nosotros estaríamos desprovistos de una verdadera y poderosísima arma verbal.

Pero las cosas cambian cuando el emisor es uno mismo, es el éxtasis de la liberación del status quo y la parsimonia rutinaria, el desfogue de la ira acumulada entre los ladridos nocturnos del can de tu vecino y el transito matutino. En niveles de satisfacción un insulto de esa magnitud puede estar a la par de una sonora carcajada, meter cabe a tu enemigo o empujar por la espalda al hombrecito estupidamente vestido de muñeco de felpa en la farmacia de la esquina.

Una mentada de madre es un caballo de Troya, un piquete en los ojos, una tacle en la lengua, una cachetada con anillos, una bajada del micro, un detonador en ON, un escupitajo en la cara, el probable inicio de una ensalada de patadas y por sobre todo una punzada en el corazón.

Dicen por ahí que la frase Conchetumadre esta ligada al renacimiento, específicamente al Nacimiento de Venus obra de Alessandro Botticelli donde esta diosa nace de una concha, por lo tanto esta mancilla estaría enviando al agraviado a volver a nacer.

¿A quien se le ocurren esta clase de cosas? Contemplo el cuadro y no se me ocurre gesticular ofensa. ¡Uno quiere insultar y punto!. Si nos ponemos artísticos podría repetir algunos agregados a la frase como: sorreconchetumare, sorreparimpampuctatumadre y otros detalles más que mi joven verbo conoce pero que podrían afectar mi futuro en estas páginas con la censura popular. Además no es mi función enriquecer su repertorio de improperios.





Pero por otro lado también sabemos que no siempre significa un cavernario odio instantáneo y fugaz en contra de nuestra “inocente” persona. Por extraño que parezca también tiene una connotación positiva, todo depende del tono de voz y la animosidad del emisor.

Hay casos que la gente quiere ser un hijoeputa porque esto también significa que es un bacán, un trasgresor de las normas, un ganador, alguien que hace lo que le da gana y encima le va bien. Un hijoeputa tiene un carro del año, dos novias guapísimas, usa ternos a medida, un gran puesto (en el gobierno) y un inmejorable sueldo que le proveen de una risa cachacienta tras sus lentes ahumados. Por estas razones y otras más se le lanza un buen escarnio en contra de su madre para poder mantener nuestra niveles de envidia dentro de su cauce. En cierto sentido ser un hijo de puta es socialmente aceptado ¿verdad?

Mentar la madre deja de ser un ultraje cuando un amigo te lo dice, su voz divertida te advierte que es una broma y todo continua con naturalidad. Pero ahora imagínate que andas conduciendo por la ciudad, se cruza un auto con una maniobra salvaje y te quita el sitio en el parqueo que esperabas, tú amablemente le haces juego de luces, el no se mueve ni se da por enterado; impacientemente golpeas la puerta de tu auto, nada no hay respuesta explotas y recurres desaforado a tocar bocina, pero el, impávido se mantiene en tu lugar ansiado ¿que haces? ¿a donde lo mandas? ¿al renacimiento? Por favor seamos realistas un desahogo no nos va a mandar al infierno no nos convertirá en peores personas y muchísimo menos en malos hijos.

Respire profundo y desde el estomago pronuncie “las palabras mágicas” por lo menos una vez al año pero no se olvide de abrazar a su progenitora a diario y con ganas que eso si nos hace mejores personas. Así uno puede continuar con su ancha sonrisa.

3 comentarios:

Gonzalo Del Rosario dijo...

ADORO MENTAR LA MADRE

ES QUE PADEZCO DEL SÍNDROME DE TOURETTE

Ignacio dijo...

no se cual es ese sindrome HIJOEPUTA

Aquiles Martin dijo...

23 años? no te lo cree ni tu mamá.
HDP